Era el bosque cercano. Un breve bosque otoñal. El importunio sonoro de la breve ciudad quedaba amuellado (la palabra no existe, pero viene ni que pintada) por la ruidosa suma en singular de cada hoja de los árboles. La luz de la mañana apenas si arañaba a las hojas más altas, esas que, al caer, empleaban más tiempo y más magia. Los ojos del violinista apenas si sabían a qué hoja seguir. Estaba allí con sus dos hijas chiquitinas para ponerle música a aquella sinfonía callada de la caída de las hojas. Era un ritual que llevaba haciendo con sus hijas desde que ambas, gemelas a la sazón, habían nacido. Y hoy, violín los tres en mano, había decidido darle la mejor voz posible al silencioso caer de las hojas.
Un dos…un dos tres…ya…Su violín arrancó notas suaves suaves…pero sus gemelas no lo acompañaron. Ellas acompañaban la caída de cualquier hoja con los ojos ,con las manos, con su cuerpo meciéndose, con sus cabecitas, con el sentimiento o con el lenguaje que las hojas les susurraban.
El violinista tiró el violín y acompañó a sus gemelas…
Este cuento o historia para Mónica.
Ellas sí sabían atrapar el momento y conservarlo en sus recuerdos y le enseñaron a su padre.
Muy bonito, incluida la nueva palabra
Con sutiles movimientos logro ver a esos tres moverse en armonía y natural prestancia! muy creativo tu aporte gus, muchas gracias por participar.
Un abrazo
P,d
por cierto la melodía de mi blog se llama In the Mood for Love – intérprete: Shigeru Umebayashi
A veces queremos imponer nuestro criterio como padres, sin tener en cuenta la esencia y personalidad de cada hijo o su grado de madurez. Saludos
Por un momento pensé que hablaba de la muerte pero solo era disfrutar de la cadencia y cálida caída de las hojas… de la vida porque esta se va en un silbido.
Un beso enorme.
Que hermoso relato y ya me imagine . yo vailando en medio de las hojas secas y el viento que las mece
Y es que no hay nada mejor que los niños para hacernos ver lo que de verdad importa….besos.
si no puedes vencerlas únete a ellas ja… muy lindo relato, saludos….
Tal vez se inspiraron las niñas con la música de fondo, bonito
Un saludo
Excelente ralato.
Un abrazo.
Difícil, muy difícil, ponerle métrica a las emociones infantilles. Así que el violinista hizo bien en olvidarse de sus notas y acompañar a tus hijas en esa locura otoñal. Seguro que vivió el caer de las hojas y su sonido con mayor intensidad.
Un abrazo.